viernes, 9 de marzo de 2012

Vuelta a los poemas... al corazón

En vista de que no consigo una editorial, he decidido seguir mostrándoos semanalmente mis poemas con total normalidad, porque los poemas siguen en mi cajón (no cogiendo polvo) pero sí sin ser vistos u ó utilizados nada más que por mí, que ya lo he visto ¡los he creado!. Prefiero que los veáis, sinceramente. Ya habrá tiempo de conseguir dejarlos impresos para la posteridad :)
Estoy haciendo una selección aleatoria, así que el siguiente poema que vais a leer es del 01 - 04 - 2011, y está inspirado en uno de los monólogos del famoso Hamlet de W. Shakespeare.

¡Espero que os guste! Un saludo. Y, por cierto, feliz día de la mujer 08 - 03 - 2012 :)


 
Al corazón

¡Oh, corazón!
¡Háblame!
¡Esboza de nuevo tu parlamento!
Y dime…
¡Dime qué infames diálogos,
Actos o desazón te han malherido!
Báñate sobre la vida, oh,
Tú, muerto y corrompido.
Acciona el balbuceante angosto
Que en tu vida fue pasado,
¡No corrompas más,
Maltrechado, en esta vida!
Y a tus desdichas, por una vez,
Déjalas a un lado, corazón…
Oh mío… ¿o no? No del todo.
Tendrías que haber reaccionado,
Y mira cómo te encuentro…
En flor te hallo, esperanzador que eras,
Silenciaste antes de darle comienzo
Al paulatino mayo…
Oh. A ti, pequeño,
Se te escucha sin hablar
Desde el fondo de mis senos.
Eres fragilidad.
¡Ay, si con solo una lágrima
Pudiera yo, piel carnal,
Todo tu oscuro mal expresar!
Que no es malvado…
Empalideces tú, mi futura mortandad,
Así como cae el opio en mis sonrosadas mejillas
Y el boli con su tinta blanquea
La hoja, con espesura y liviandad.
¡Te noto, infame!
Dame tu respuesta,
Tornasolada tristeza
Respondiendo compleja
Desde la soledad.
¡Creo mirar, corazón, y lo que veo es nada!
Veo en ti y en todo tu burla cobarde
De rojo tiznado, tiznada mezcla de sinsabores
Que gusta de tu plata acompañar.
¡No puedo ver! Porque ya veo
Que tu estancia a poco se la puede imaginar
Cuando no exista, que no lo hará.
Oh desalentado,
Joven empobrecido,
Con el injusto apogeo de vivir
Te has mancillado.
No tenías bueno conocido
Y ahora tienes todo por malo.
¡Háblame! ¡Di algo!
¡Dime qué te incita!
Mira directo a lo que te ha cegado,
Échale la culpa a la inmundicia.
No camines de su lado,
Pues su maldición es la avaricia
Y a ti, alma…
Te mantendré en vida,
Libre lo que puedas, y de pecados.
¡Oh, mi pobre cincelador!
De esta alma y de su pecho mis caricias
Solo tú, en ocasiones embrutecido,
Aplacado y derrotado caes
Como desde la elevada escalera
Al espantoso barro.
Aunque, corazón, la vida no pesa;
No carga la desilusión,
La ley no quiebra el torreón
Que en sus espaldas fragmenta, no.
Ni se pierde nunca el hilo
De su sentido y su conducción.
Pierde su enérgica tensión
Por los hechos vividos.
Pero sostenlos, corazón
Y bravo de admiración
Al mundo de tu bondad
Habrás ultrajado y por ello
Te sentirás gozoso, por el mundo querido,
Y por la suerte intencionado.
No cambiarás el mundo
Pero podrás hacerlo más vívido
Y de esperanza habitado.
¡Oh corazón! Infranqueable…
Noble, enaltecido,
Acaece el sol,
Haz que desaparezca tu pena
Por fin tras terminar ese ocaso,
Tu mal, corazón, tu verdad,
Tu infinito… haz que parta hoy.
Aléjalo envalentonado
Por el logro del amanecer,
Que con él creará un magnífico destino.

María José Cabuchola Macario

3 comentarios: