Un saludo.
En el edredón (28/11/2011)
Solo oyeron la noche
como dolor de mi silencio...
Yo no callé, los ojos no callan,
son como gotas de rocío
que fueron, como llanto cristalino,
a navegar por la costa de mi mirada.
Es invierno y hace frío,
solo tuve como protección mi aliento...
La respuesta a su indecisión
la abandonaron en brotes de pasión
sin Afrodita, que a mí, loca de amor,
me clavaba la punta de sus flechas
que iban directas a mi corazón.
Solo oí la dulzura del dolor
como sentido de mi noche...
Vislumbré un adiós por una puerta
y cegadas las pasiones, se ciegan las emociones,
cerrando tras de sí las heridas abiertas.
Y llevé una luz eterna para ella,
como Platón, después de prisionero en su caverna.
El recuerdo avanza indomable
extrañando el calor del vívido romance
que alimenta con ascuas el pecho,
que da valor y hace hablar al más cobarde
que susurra con intensidad los sentimientos
y hace de suspiros su alimento
cogiendo las manos,
tomándolas por inmortales...
María José Cabuchola Macario
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