miércoles, 31 de julio de 2013

Preludio de una soledad espantosa


La noche nos invita a embriagarnos en la poesía, a sumergirnos en ella... hacía mucho tiempo que realmente no sentía esa embriaguez suprema que estoy sintiendo en estos momentos, es por ello que he de deciros que he retomado el sentimiento una vez más para traeros un nuevo poema, lleno de nostalgia, llamado... Preludio de una soledad espantosa, escrito el 01 - 08 - 2013.


Espero lo disfrutéis.

¡Buenas noches!




Se había ido.


Era tan cierto, que no creerlo me envolvía de una incomprensible extrañeza... la certeza estaba tan bien atrapada en su burbuja, tan consistente en su transparencia de cierta, que todas las ideas sobre el posible acontecimiento de su ida se habían convertido en verdaderas.



Lo eran.




Eran reales.




Ella se había ido y me había dejado desmantelada con miles de promesas de besos, a sólo unas cuantas caricias. Se había ido, quitándome, si acaso si me quitaba, la realidad que empezaba a subsistir en mi vida, la realidad tan pronto verdadera como acabada. Y se finalizó, sí, se acabó. Ella ya se había ido cuando iba y venía con sus maletas de gestos, sus trapos nuevos de sonrisas... interminables en número y en deseo... se usaron tan pronto, se gastaron tan deprisa, se corroyeron tan inadecuadamente, se malusaron tan indescriptiblemente, que ahora se describen de modo aventuroso en la soledad que me ha dejado. Porque puede que se haya ido, pero sí ha dejado algo de cada uno de sus viajes, de los rodeos y vueltas que manchábamos en las inborrables camisas, y es ese esperar con que la adoro, es esa paciencia, rarísima en sí misma, con que recuerdo los colores de aquellos flexibles atuendos, tan vivaces ahora de melancolía que si apenas duermo...





Porque, definitivamente, se ha ido.




Ella se ha ido, es cierto.




Y nunca más ha regresado...



María José Cabuchola Macario
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario