A Plaza España
¡Qué
triste parece la plaza ahora que el amor no se entrega!
Quién relatará ahora aquellas tardes en vela...
Allí donde se arrugaban, con empeño, la severidad de unos latidos,
allí donde se acunaron ilusiones a duermevela...
dos
amantes, en la placeta, por el amor eran sacudidos,
y en algún otro lugar se formó, quizá, una querella...
El
amor era esperado, buenamente recibido,
en una esquina pasaban con frenesí las páginas de un libro:
¡Qué triste parece la plaza ahora que el amor se ha ido!
no parece apenado ninguno de sus farolillos,
no parpadea, brillante, ningún último suspiro...
y anhelar
parecen la llegada de algún otro desatino
hasta que cae la noche, cuando... ¡el olvido!
apaga las horas en un suspiro de alivio...
¡Qué
triste parece la plaza ahora que el amor se ha ido!
en ella ese olvido, vencido por el recuerdo, se sorprende
a la
espera de su parpadeante y siempre, atisbo...
María José Cabuchola Macario
No hay comentarios:
Publicar un comentario