Este poema fue escrito el 08/09/2013 y acabado el 12/09/2013. El final del poema es irónico, puesto que hablo de una sola puñalada, la del momento final cuando moriré finalmente, que en realidad son todas las puñaladas, porque en todas me siento morir un poco, pero consigo sobrevivir...
Disfrutadlo.
Algún día no sobreviviré a tus puñaladas.
Mortecinas, unas y otras,
terminan por ser distintas.
Me atraviesan, se asestan, ininterrumpidas,
abriéndome esta poca vida
que me queda.
Sobrevivo.
Solo soy una niña
que toma limonada
y esparce su jugo
por las heridas amargas.
Interna llevo una hemorragia
que no se lleva, que se desangra.
Y no caen gotas de hierro,
caen manantiales de desesperanza.
Sobrevivir a puñaladas tan certeras es la
causa.
Sobrevivo a las aguas de tus sueños,
del beso al beso,
del limonero y al consuelo
de tu, a veces, reaparecida fragancia...
A veces creo que estoy más muerta,
al revivir la pasada primavera
de tu última estancia...
Llevas el fantástico puñal
de los deseos como objeto,
apuñalando vas
sin ningún tipo de miramiento.
Me matas una vez, dos veces, tres...
Me muero.
Casi creo ya sentir la puñalada
por la que, algún día,
no estaré sobreviviendo...
María José Cabuchola Macario
Y ahora, haceos estas preguntas... ¿Cómo ver la hemorragia interna que se está desangrando? ¿Dónde cae todo ese manantial de desesperanza? La niña bebe su cura (la limonada, el limón) es como su antídoto, el ácido que corta la hemorragia de las heridas, pero ¿cómo hacer desaparecer ese manantial, enorme en sí mismo?
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