lunes, 23 de septiembre de 2013

Algún día no sobreviviré a tus puñaladas

Vuelvo, cómo no volver... para seguir la continuación del poema "Volverás para asestarme una última puñalada en medio del pecho". En este poema, escrito en mayo, se asesta una puñalada mortal de la que no sabemos si el poeta (la poetisa, en este caso) ha sobrevivido, de modo que en este nuevo poema: "Algún día no sobreviviré a tus puñaladas", descubriremos que sí, la poetisa ha sobrevivido y sigue sobreviviendo a las puñaladas que su asesina le asesta, que no ha dejado de asestarle. Veremos que no fue una última puñalada aquella y que cada puñalada es un golpe que la aproxima a la muerte, por el momento las heridas abiertas y cerradas por igual, consiguen sobrevivir. Y es curioso, puesto que su supervivencia se encuentra en aquello que la está matando, por un lado, y por otro, en sus propios remedios: un limonero. El ácido que desprende un limón aplicado sobre las heridas, limones del limonero que hay en casa de mi abuela paterna, a la que hago memoria. La realidad del poema es que la poetisa se siente muerta ya, pero sobrevive.

Este poema fue escrito el 08/09/2013 y acabado el 12/09/2013. El final del poema es irónico, puesto que hablo de una sola puñalada, la del momento final cuando moriré finalmente, que en realidad son todas las puñaladas, porque en todas me siento morir un poco, pero consigo sobrevivir...  

Disfrutadlo.




Algún día no sobreviviré a tus puñaladas.



Mortecinas, unas y otras,

terminan por ser distintas.



Me atraviesan, se asestan, ininterrumpidas,

abriéndome esta poca vida

que me queda.



Sobrevivo.



Solo soy una niña

que toma limonada

y esparce su jugo

por las heridas amargas.



Interna llevo una hemorragia

que no se lleva, que se desangra.

Y no caen gotas de hierro,

caen manantiales de desesperanza.



Sobrevivir a puñaladas tan certeras es la causa.



Sobrevivo a las aguas de tus sueños,

del beso al beso,

del limonero y al consuelo

de tu, a veces, reaparecida fragancia...



A veces creo que estoy más muerta,

al revivir la pasada primavera

de tu última estancia...



Llevas el fantástico puñal

de los deseos como objeto,

apuñalando vas

sin ningún tipo de miramiento.



Me matas una vez, dos veces, tres...



Me muero.



Casi creo ya sentir la puñalada

por la que, algún día,

no estaré sobreviviendo...




 María José Cabuchola Macario



Y ahora, haceos estas preguntas... ¿Cómo ver la hemorragia interna que se está desangrando? ¿Dónde cae todo ese manantial de desesperanza? La niña bebe su cura (la limonada, el limón) es como su antídoto, el ácido que corta la hemorragia de las heridas, pero ¿cómo hacer desaparecer ese manantial, enorme en sí mismo?
 

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